A llegado la noche y es hora de irme a dormir, he decidido que hoy no voy a pensar en ti, pero estas ahí presente. Por favor esta noche, solo esta noche quiero que salgas de mis pensamientos, pero es imposible. Me duermo y estás tú: insistente, maravilloso, ideal. Sigues acompañándome durante mis sueños y me condenas a tu pasión.
En sueños siempre me envuelves en tu locura, me llevas a lo más subliminal de mi existencia, sabes todos mis atajos para que siga extasiada en la miel de tu pasión, cada rincón de mi cuerpo te pertenece y es que lo conoces más que yo misma, trato de despertar, intento gritar y no puedo o no quiero. Disfruto este momento como si fuera el primero y el último.
Aunque despierte del sueño en el que me sumerges, sigues ahí; dulce, adictivo, doloroso y perfecto. Pero es inútil, por más que desee con todas mis fuerzas borrarte sigues aquí, como un tatuaje imborrable en mi mente y en mi piel.
Mi cuerpo es tu hogar y no puedo arrancarte de mis paredes, no sé que hacer porque una parte de mi sabe que debe dejarte ir, abrir mis puertas y dejarte volar, para que vayas en busca de otro nido, pero no es lo que quiero. Te quiero solo para mi y si has de irte quiero que vuelvas al anochecer, que necesites volver a tu hogar, a mi piel.
Pero solo quiero que hagas lo que tú deseas aunque eso me parta el corazón en dos, aunque te alejes de mi y mis paredes empiecen a agrietarse yo siempre te esperaré, aunque nadie la habite, guardarán sus paredes para que vuelvas a darle color a este tu hogar, que siempre será tuyo aunque tú no estés aquí. Aunque diga que te vayas, no te alejes más de mi, ¿por qué estas en todas partes? ... menos aquí.